Te he dicho más de una vez que ya no soy esa pipiola de veinte años, alocada y con un estómago de hierro; que ahora necesito dormir mis horitas y vigilar qué elijo para cenar si no quiero pasar una noche toledana; que me he convertido en un animal diurno.
Hay cambios buenos
Hay cambios buenos
Hay cambios buenos
Te he dicho más de una vez que ya no soy esa pipiola de veinte años, alocada y con un estómago de hierro; que ahora necesito dormir mis horitas y vigilar qué elijo para cenar si no quiero pasar una noche toledana; que me he convertido en un animal diurno.